El tsunami del Índico de finales de 2004 se atribuyó por parte de las tendencias mediáticas dominantes a los desastres del cambio climático y de la era Bush, en un totum revolutum verdaderamente lamentable. Entre otras cosas, porque los terremotos y tsunamis no tienen nada que ver con el clima. De la misma forma que la ola de calor del año 2004 se atribuyó también en España al cambio climático y al gobierno de Aznar. Después, en noviembre de 2005, los efectos del huracán Katrina en los Estados Unidos, hicieron el resto. Infinidad de columnas periodísticas pontificaban sobre la maldad intrínseca del imperio y su jefe supremo.
Ahora otro terremoto ha arrasado Puerto Príncipe y alrededores en ese desgraciado país que se llama Haití. Todo un desastre, a sólo 80 kilómetros de la base norteamericana de Guantánamo y a unos pocos cientos de la costa de Estados Unidos. ¿Y cuál es el tratamiento informativo dominante?: completamente diferente. La vicepresidenta española se deja caer por Haití y saluda a los cooperantes españoles en el aeropuerto. Foto. Obama discursea sobre la cooperación y ayuda internacional. Más foto. ¿Y? Pues que la gente se sigue muriendo en Haití, pero ahora ya no hay Bush ni Aznar a quien pedirle cuentas ni responsabilidades. Es lo que tiene el poder mediático a la hora de crear estados de opinión: que a unos les toca ir de malos y a otros de buenos. Sin más.
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