El diluvio que viene




Gomeraactualidad.com/Opinión por 
Vicente García Hinojal/Gaceta.es


Al eximio presidente sólo le falta la lira para contemplar divertido cómo ha hundido España

Muchos piensan que con desalojar de la Moncloa a su actual inquilino se resolverán los acuciantes problemas de este país. Por desgracia la devastación provocada por la política sectaria, ignorante y compradora de votos es de tal magnitud que necesitaremos que el nuevo inquilino tenga una mano fuerte, sin miedo para tomar medidas impopulares pero necesarias y sin prejuicios para poder aplicarlas. En suma, un cirujano de hierro al mando de un gabinete de guerra.

Desafortunadamente eso sólo se puede llevar a cabo en España si los dos partidos mayoritarios se ponen de acuerdo por el interés común, lo cual parece imposible, dada la mezquindad de los actuales políticos. De no ser así ¿se imaginan lo que harían los de la zeja y los sindicatos ante medidas impopulares adoptadas por el PP? ¿Cómo responderían los medios afines al PSOE? Sería la debacle.
Los problemas actuales de España vienen de lejos, arrancan de nuestra entrada en la CEE a fecha predeterminada a mayor gloria del Gobierno del momento, lo que determinó que temas largamente negociados y cerrados se reabriesen en perjuicio de los intereses económicos de España y nos afectaran en lo único que podíamos competir, agricultura y ganadería, de modo que se eliminó gran parte de nuestra cabaña ganadera productora de leche y hubo que arrancar cepas y olivos para ajustarnos a unos cupos pensados en beneficio de otros países con peso específico en la comunidad Europea. A cambio se recibieron cuantiosas subvenciones que no se supieron administrar para generar riqueza de futuro y crear tejido industrial y consolidarlo en estos 25 años. De esta manera, España pasó de estar en una fase preindustrial a una pos industrial, en la que nos encontramos, sin llegar a ser industrial propiamente dicha en ningún momento y cayendo ahora en el grupo de los PIGS que quizá es donde siempre los países fuertes europeos han considerado que deberíamos estar.

España durante un tiempo vivió un sueño y rozó alcanzar el sitio que por historia y evolución le correspondería, pero la falta de base económica; el no saber utilizar adecuadamente los fondos de cohesión; la ausencia de visión de futuro de nuestros políticos confiando todo el devenir al sol y al ladrillo; la falta de control por parte de las autoridades; de la actividad económica de cajas y bancos en su política crediticia suicida y los seis años de política autista y de brindis al sol amparado todo ello en “políticas y beneficios sociales” nos han llevado al borde del abismo y a punto de despeñarnos irremisiblemente por él mientras a nuestro eximio presidente sólo le falta la lira para contemplar divertido como logró hundir a España y a los españoles.

Los problemas de España tienen difícil solución sin una actuación conjunta de los dos grandes partidos, ya que se requiere, por un lado, la regeneración de la vida pública, algo que prometió el señor Aznar y no hizo, siendo para mí uno de los artífices de haber llegado a esta situación, porque su segunda legislatura, con una mayoría absoluta, no supo gestionar y le salieron todos los complejos de la derecha. ¿Se imaginan qué diferente escenario habríamos tenido a partir del 2004 si se hubiese reformado sólo la Ley Electoral y el mercado laboral anteriormente?

Esta regeneración pasa por listas abiertas y una clara ley de financiación de los partidos, así como una transparencia absoluta en las posiciones económicas de los cargos públicos. Además, el Estado tiene que recuperar competencias que nunca se debieron ceder a las comunidades autónomas (Educación, recursos esenciales, energía, tributos, entre otras...) y finalmente por la reforma constitucional que defina claramente el modelo del Estado y la relación bilateral entre éste y las comunidades, pero efectuada por consenso de las fuerzas políticas nacionales y no impuesta por unas minorías marginales y antiespañolas que por mor de la Ley Electoral y la desafección de los partidos mayoritarios nos están sojuzgando a todos.

Pero junto con ello hay que rearmar moralmente a la sociedad, volver a unos principios rectores que nunca se debieron abandonar. Hay que volver a primar el esfuerzo, la exigencia, tender a la excelencia, borrar de la sociedad la cultura del pelotazo instaurada en época del señor González y la del relativismo moral actualmente imperante, transmitidas ambas junto con las leyes del mínimo esfuerzo, las conductas subvencionadas y apesebradas y el buenismo debidas a las sucesivas y caóticas leyes de educación que han sumido a varias generaciones de españoles en un marasmo de inanidad.
En suma, tenemos ante nosotros una tarea titánica de sangre, sudor y lágrimas y mientras los políticos no sean capaces de entenderse por el bien de todos no haremos nada.

El don tancredismo en los tiempos actuales, confiando nuestro futuro económico en la recuperación mundial y que algo nos alcance, es sencillamente un suicidio y conduce directamente a la quiebra del estado y de todos nosotros. Nuestra situación se podría definir con las palabras de Charles Pèguy: “El triunfo de la demagogia es pasajero, pero su ruina permanece”.

* Vicente García Hinojal- Jurista.

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