Gomeraactualidad.com/Opinión por José Andrés Medina.-Desde nuestra mas tierna infancia, hace ya de esto muchos años nuestros progenitores y profesores nos inculcaban entre otros buenos principios que una de las peores condiciones del ser humano era ser un delator o un “chivato”.
A esta clase de personas, amigas de no tener la lengua demasiado quieta se les repudiaba, nadie con dos dedos de conocimiento le querían cerca es mas, evitaban a toda costa que cualquier cosa privada pudiese estar a merced de los oídos de esa “casta especial”.
En roman paladino a estos individuos se les calificaba de cerdos, bribones o miserables...
No es necesario recordar que por culpa de algún “miserable chivato” en tiempos de la dictadura muchas personas sufrieron torturas e inclusive la muerte por que el vecino de turno le denunciaba simplemente por venganza, algo trágico que durante mucho tiempo después tratamos todos de olvidar.
Costo tiempo para que nuestra sociedad fuese cambiando poco a poco y adquiriese un nivel de respeto, pacifica convivencia y como decía desterrar para siempre ese espíritu de venganza hacia el prójimo de las personas.
Y cuando parecía que se estaba logrando, ahora de nuevo con la ayuda de algunas organizaciones de consumidores y el aliento de la ministra Pajin, estos individuos, amigos de fastidiarle la vida al prójimo cobran protagonismo estándo de nuevo de moda delatar a todo el que se tercie...
Los datos no engañan, concretamente se han recibido miles de denuncias por infringir una, a mi juicio innecesaria ley que persigue a un sector de la población, pero lo mas grave del asunto es que desde el ministerio se anime a que cualquier ciudadano denuncie, que no se corte un pelo y delate a su convecino, al tabernero o a la suegra si fuese menester , todo sea por la causa aunque para ello uno quede a la altura de un vulgar cerdo (con mis respetos a la clase porcina) delatando ante la Santa Inquisición Pajinista a su vecino de toda la vida.
Vuelven por tanto los fantasmas del pasado, la persecución , el recelo de nuestros congeneres, la pérdida de los verdaderos principios de humanidad y una convivencia en tolerancia. En fin, suerte que estamos en Democracia...que si no.
Así nos va.
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